Preámbulo sobre la historia local.
Durante la dictadura argentina cívico-militar que estalló en 1976 se perpetraron una serie de ejecuciones violentas y homicidas que dieron como resultado miles de personas desaparecidas. En su última etapa, una de las acciones más drásticas que quedarían en la historia como signo distintivo de la irracionalidad gubernamental fue la decisión de desembarcar en las islas Malvinas con el objetivo de consolidar la soberanía nacional y de su recuperación política. Frente a la impopularidad del gobierno de facto y como una estrategia direccionada a ganar mayor prestigio en el orden nacional, hacia finales de1981 se estudió la posibilidad de tomar las islas Georgias. En enero del año siguiente la Junta militar confecciona un plan de acción para la ocupación isleña. Según el Informe Malvinas (2012) elaborado durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, tras el fracaso de negociaciones vía cancillería con embajadores del Reino Unido y de los Estados Unidos el 2 de abril de 1982 se llevó a cabo el desembarco argentino en las islas, bajo las órdenes del general Leopoldo Fortunato Galtieri. Las distintas cronologías sobre esta guerra suelen enfatizar la desproporción tanto en la cantidad de recursos humanos que combatían en el frente de batalla como en el tipo de armamento militar (naval, aéreo y terrestre), una diferencia que favorecía notablemente al ejército inglés. La inexperiencia de jóvenes conscriptos argentinos fue un factor en contra que desencadenó numerosas bajas por el efecto mortal de las armas enemigas y por las adversas condiciones climáticas a las que estaban sometidos. En junio muchos de los soldados heridos fueron trasladados a la zona continental y finalmente en julio, tras la capitulación, unos seiscientos prisioneros que estaban en las islas regresan al territorio argentino. Según Rosana Guber (2009) el conflicto de Malvinas fue la única contienda internacional donde participaron conscriptos civiles con un consenso basado en la pertenencia al estado argentino y en la identidad regional. El descrédito general hacia las Fuerzas Armadas se profundizaba no solo por esta derrota militar sino por las crecientes voces de organismos de derechos humanos que reclamaban por las desapariciones forzadas de jóvenes argentinos y extranjeros. Los protagonistas de la guerra en Malvinas adoptaron distintas denominaciones que forjaron un nuevo sujeto político: el excombatiente, el chico, el veterano de guerra. Más allá de la ausencia de investigaciones de los ecos sociales, políticos y afectivos de Malvinas, se observa que los procesos de construcción de estas identidades han evidenciado los modos en que se recurre al pasado como herramienta política de cohesión nacional.
En el plano cultural irrumpieron algunas expresiones en el ámbito de las letras, la música y el cine que, en ocasiones de manera velada, transmitieron el terror impuesto por la coyuntura histórica, el horror experimentado en el frente de batalla y en el posterior aplastamiento moral que implicó la guerra. A partir de examinar numerosos archivos, Lara Segade (2016) registra que en 1982 surge la primera novela sobre el tema, Los Pichiciegos, escrita por Rodolfo Fogwill, también se publica Los chicos de guerra, entrevistas a soldados a cargo de Daniel Kon que serían la base para la posterior película homónima, y Así lucharon de Carlos Túrolo. Por entonces el músico Charlie García lanza los temas Yendo de la cama al living y No bombardeen Buenos Aires, en clara alusión a los enfrentamientos bélicos. Con el tiempo la guerra de Malvinas siguió motivando la materialización de novelas, documentales y ficciones. En 1985 Daniel Terzano publica 5000 adioses a Puerto Argentino, en 1993 Edgardo Esteban, excombatiente, relata sus vivencias en Iluminados por el fuego, y en 1998 Carlos Gamerro edita Las islas. Solo en 2012 se presentaron en la ciudad de Buenos Aires al menos ocho piezas de teatro referidas a la guerra de Malvinas, entre ellas Queen, Malvinas con dirección de Esteban Massari, Los Tururú de Diego Quiróz o Piedras dentro de la piedra de Mariana Mazover, entre otras expresiones culturales vinculadas a la temática.
Lo que dejó la guerra: des-comunicación, in-comunicación.
Durante el conflicto en el sur malvinense las noticias que circulaban en los diarios nacionales no reflejaron de manera fiel los sucesos que se fueron desplegando tanto en el frente de batalla como en el interior de la cúpula militar que líder óla guerra. En medio de la censura generalizada por el propio gobierno de facto, el silenciamiento o la distorsión de la información se sumaron los reclamos por la verdad sobre los detenidos-desaparecidos por parte de agrupaciones como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Yanina Santarsiero (2007) examina los modos comunicacionales de la época y a partir de la información (o des-información) reflejada en los medios de prensa analiza los niveles de ocultamiento de aquello que acontecía en la realidad. Las tapas de la Revista Gente fueron un claro ejemplo de la utilización de un vocabulario de tono populista que anunciaba victorias y triunfos ilusorios. En su edición del 8 de abril de 1982 se puede leer la frase “Vimos rendirse a los ingleses”, o en la del 17 de mayo del mismo año, “Seguimos ganando”. Cabe destacar que el acceso a la información era reducido ya que estaba monitoreado por el Ministerio de Defensa o la Junta Militar, si bien había corresponsales de guerra que pudieron acceder al sitio. De acuerdo a Santarsiero, como contrapunto al fracaso bélico argentino se difundieron fotografías con montajes falsos para adulterar los hechos como el caso del militar que testimonió el hundimiento del portaviones enemigo “Invencible” cuando en realidad se trataba de una imagen trucada. Lo mismo sucedía con retratos grupales con la bandera argentina plantada en el suelo, cuando en rigor de verdad se trataba de soldados en la Escuela de Mecánica de la Armada.
Era evidente que los diarios de circulación masiva exhibían titulares que velaban o trastocaban en parte la realidad. En un breve sondeo sobre algunos archivos de periódicos se detectan los desniveles informativos que ocurrían por entonces. Por ejemplo, el mismo 2 de abril en el diario Crónica se leía “Argentinazo: ¡las Malvinas recuperadas!”, en franca alusión al momento en que el ejército argentino decide ocupar las islas. En el diario Clarín el día 3 de abril se lee “Euforia popular por la recuperación de las Malvinas” o “Londres rompió relaciones con la Argentina”, o en La Nación “Alborozo ciudadano por la reconquista de las Malvinas”. El 13 de abril en La Semana de Buenos Aires se publica el titular “Volamos sobre la flota enemiga”, una expresión que marcaba el eventual éxito argentino sobre Inglaterra. En el Clarín del 21 de abril se informa que “Respaldó la OEA al pedido argentino”, mientras que “Gran Bretaña presenta otras propuestas”. El 1° de mayo el diario Córdoba de dicha ciudad exagera los avances y afirma “Batalla ganada. Exitoso rechazo del bombardeo británico” y al día siguiente Clarín refuerza la victoria nacional con la frase “Duros combates aéreos y navales”, junto a la afirmación de Leopoldo Galtieri, “Pagarán un alto precio por la agresión”. Recién el 4 de mayo Crónica señala que “Hundieron el crucero general Belgrano. Hay sobrevivientes”, una seña de derrota en relación al ejército inglés. Pero el 5 de mayo el periódico Córdoba anuncia que las pérdidas no habían sido solo argentinas, sino que “También el Hermes habría sufrido daños. Golpe mortal al enemigo”. El 13 de mayo Clarín ratifica una “Lenta y ardua negociación en las Naciones Unidas”, el 15 se refiere a la amenaza de Gran Bretaña “con un inminente ataque” y el 22 del mismo mes “comenzó la batalla por Malvinas”. El 4 de junio en el diario Córdoba la frase “el invasor tiene dudas” expresa la actitud supuestamente titubeante de una Inglaterra que, por el contrario, se afirmaba en su zona de ataque. Clarín del 5 de junio menciona “Intensos bombardeos argentinos sobre posiciones británicas” y el 15 alude a la negociación del “retiro de las tropas argentinas”. Tanto los anuncios de diarios y revistas como los contenidos visuales que proliferaron en los canales de comunicación durante el conflicto en las islas Malvinas tergiversaron en gran medida los acontecimientos verdaderos en tanto fueron intervenidos por entes gubernamentales que ocultaron información. La fantasmática que se desprende de estas estrategias generaría un doble proceso: la creación de una fase inicial de aparente victoria y festejo basada en el patriotismo, pero también un sentimiento colectivo posterior de repudio frente al fracaso militar, a las muertes de jóvenes combatientes y a la censura impuesta (disponible en <https://elobjetivo.com.ar/contenido/4872/guerra-de-malvinas-74-dias-en-30-tapas-de-diarios).
Crónicas y archivos fotográficos.
Norberto Puzzolo posee una extensa y reconocida trayectoria artística tanto en el plano local como internacional. Su recorrido se inicia en el Taller de Juan Grela, siendo muy joven. Los diálogos de Puzzolo con otros colegas rosarinos, Juan Pablo Renzi, Eduardo Favario, Aldo Bortolotti, Graciela Carnevale o Noemí Escandell, estimularon discusiones e intercambios acerca de lo que estaba sucediendo en la escena internacional (Lucero, 2013). Hacia 1967 el artista comienza sus experiencias con las estructuras primarias, vinculadas a la estética minimalista pero a la vez incorporando la participación del espectador, reforzando los lazos entre arte y vida, obra y tránsito cotidiano. Estos rasgos le otorgarían al cuerpo de obras un carácter local y específico respecto a las prácticas artísticas estadounidenses. En 1968 se gesta el “Ciclo de Arte Experimental”, inaugurado el 27 de mayo de 1968 en el local de Omar Cuadros Publicidad de Entre Ríos 730. Allí Puzzolo presentó la conocida obra de las Sillas que estaban orientadas hacia la vidriera externa enmarcada con cartón blanco, lo cual permitía observar las calles rosarinas. Algunos protagonistas del Ciclo ya habían planeado un viaje de relevamiento e investigación al norte de Argentina como parte de Tucumán Arde, propuesta colectiva integrada por artistas de Rosario y Buenos Aires que se inicia en los últimos meses de 1968. El plan inicial incluía la recopilación de documentos sobre la situación sociopolítica y económica de la provincia de Tucumán; la comprobación directa de estos acontecimientos a partir de viajes y traslados al lugar; las exposiciones que serían concretadas en las sedes de la CGT de los Argentinos (Confederación General de los Trabajadores) tanto en Rosario como en Buenos Aires; la culminación de la experiencia mediante la difusión de los datos obtenidos y material gráfico. Los debates acerca de una “nueva estética” cerrarían el derrotero de esta propuesta grupal. Los artistas llegarían a cumplir solo hasta la tercera etapa debido a la censura ejercida por parte de funcionarios de la dictadura, originando el inmediato cierre de la muestra en Buenos Aires.
Hacia la década del setenta Norberto Puzzolo inicia su labor dentro del fotoperiodismo y registró algunos episodios de índole política, tales como escenas del Recibimiento a Ezeiza de Juan Domingo Perón (fotografía del 20 de junio de 1973 en Buenos Aires), Aniversario de la muerte de Eva Perón (fotografía del 26 de julio de 1973 en Rosario), Acto realizado en el Monumento a la Bandera por la masacre de Trelew (fotografía del 22 de agosto de 1973 en Rosario) o el Entierro del Dr. Constantino Razzeti (fotografía del 14 de octubre de 1973 en Rosario). Al siguiente año el artista realiza la conocida imagen de la bala en el vidrio referida al Atentado el bar Iberia (fotografía de enero de 1974), un café localizado en las proximidades de la Facultad de Filosofía y Letras en pleno centro de la ciudad de Rosario que, en la etapa previa a la dictadura cívico-militar de 1976, era vigilado como una zona donde transitaban intelectuales y estudiantes universitarios. Para Rodrigo Alonso (2013) la vinculación de Puzzolo con la labor de fotoperiodista no fue una simple posibilidad laboral, sino que se inscribe en un posicionamiento ético del artista de abandonar provisoriamente la dinámica del arte como una práctica diferenciada y con cierto status social, para abocarse a los hechos sociales y políticos de manera directa. Asume en este caso el rol de mediador entre la cruda realidad y la lente del fotógrafo. El impacto de estas imágenes, donde se observan funerales, ceremonias, ataques y violencias perpetradas se potencia con el recurso monocromo de blancos, negros y grises, una apoyatura visual que intensifica el dramatismo de los episodios documentados.
Nos detenemos en 1982, año del conflicto de Malvinas. Durante los meses en los que se desarrolla el enfrentamiento bélico Norberto Puzzolo realiza una serie de experiencias con tomas fotográficas donde aparecen fragmentos de los diarios que circulaban por entonces, arrugados, cubriendo cajas como envoltorios y en algunos casos con embutidos encima. Puntualmente recupera los titulares del diario Clarín del 3 de abril “Euforia popular por la recuperación de las Malvinas”, los dichos de Ronald Reagan, “Reagan: “Yo creía que no lo iba a hacer”, del 2 de mayo, otras frases como “Duros combates aéreos y navales”, o los avisos del 15 de mayo “inminente ataque a las Malvinas”, mencionado anteriormente. En otros sectores se leen frases sueltas como “contra las tropas británicas”, “estado de guerra en el atlántico sur” o “los EEUU aplicarán medidas económicas” las que forman parte de esas composiciones con los diarios que empaquetan cajas rectangulares. Los textos impresos funcionan como contrapunto de las clásicas y conocidas achuras que aparecen encima o del brazo que se asoma porque generan mensajes que nos remiten de manera inmediata a una coyuntura política atravesada por la militarización. En los archivos fotográficos donde aparecen los diarios junto a los chorizos como Naturaleza muerta con chorizos (Figura 1), Mano con chorizos (Figura 2) o en Paquete con chorizos (Figura 3) el vínculo semántico generado a partir de las relaciones entre los distintos elementos de la imagen excede la idea de un clásico bodegón (o la de una perspectiva compositiva donde se colocan alimentos y objetos de fondo) para abrir otras opciones conceptuales. Se vislumbra aquello que refiere a la propaganda nacional que glorificaba las acciones del ejército y ocultaba los acontecimientos reales.
En Paquetes sobre la mesa (Figura 4) y Bollo de papel de diario (Figura 5) sucede una operatoria similar, si bien solo vemos los diarios plegados o paquetes de cajas en los que se leen las noticias. Así queda de manifiesto que el rol de los medios de comunicación fue habilitar la imagen de una Argentina triunfante y valerosa, cuando en verdad sobrevenía una derrota inminente.
Estos negativos forman parte del archivo visual del artista, son trabajos que no han sido reproducidos en otros tamaños ni exhibidos aún. En ese aspecto ¿qué implican los archivos en el interior del acervo de un artista? De acuerdo a Charles Merewether (2006) la puesta en valor de los archivos hizo posible el resguardo del conocimiento histórico y de las formas de la memoria dentro de la cultura contemporánea. Las imágenes del archivo de Puzzolo a las cuales nos hemos referido remiten directamente a un pasado que se reactualiza a partir de las noticias visibles en los diarios utilizados para las tomas fotográficas. Existe un funcionamiento doble del archivo, tomando como referencia la noción de Merewether: acontece una recuperación de la memoria histórica por las alusiones a las noticias sobre la guerra, y además el corpus de obra en sí mismo constituye una zona inédita del archivo personal del artista que no ha circulado en los canales públicos. También investigadora del tópico de archivos en el arte contemporáneo Anna María Guasch (2010) nos habla de un paradigma estético donde el archivo emerge como tema y como problema, de modo paralelo a la organización y ordenamiento de numerosos archivos particulares de artistas. Esta intencionalidad de seleccionar, usufructuar o descartar originó laboratorios visuales integrados por diversas materialidades que serían además fuentes de estudios e investigaciones en el ámbito teórico, crítico y académico. De este modo el archivo funciona como motivación de los proyectos artísticos y a su vez es generado por el conjunto de imágenes, objetos y soportes que los artistas reúnen dentro de sus propios acervos personales. En esa tónica Andrea Giunta (2010) subraya la dinámica innovadora y el uso de los archivos como un eje conceptual dentro de las prácticas artísticas actuales. Además, la irradiación profusa de contenidos en la trama de la globalización colaboró con la circulación de materiales archivísticos, en muchos casos son coordinados, reproducidos o compaginados. La compaginación y readecuación que observamos en estas imágenes de 1982 de Puzzolo se cimienta en la conjunción de fragmentos de diarios elegidos e incorporados en la obra, funcionan como disparadores de memoria colectiva haciendo énfasis en los procesos de manipulación mediática que se perpetraron por aquel momento.
Respecto a la fotografía en sí, las nociones que François Soulages nos plantea resultan de utilidad para revisar esta serie de imágenes de 1982. Soulages (2010) describe a la fotografía como un arte de lo posible, la posibilidad que genera el negativo en tanto matriz de una imagen. Pero sobre todo esa matriz puede engendrar lecturas diferentes, como por ejemplo recepciones poli-icónicas, poli-simbólicas, poli-indiciales. De estos conceptos nos detendremos en la idea de poli-indicial, lo que implica que esa fotografía contiene las huellas (o las marcas, las referencias) de otros datos visuales, o, agregaríamos, escritos. Las obras de los periódicos que plantea el artista contienen metadatos que inmediatamente nos remiten a la información que circulaba en la prensa gráfica por aquel entonces. Las huellas que aparecen en las fotografías (que para Soulages son enigmáticas, suscitan problemas, fascinan e inquietan) son justamente los recortes que por un lado producen extrañeza en la convivencia con los embutidos, y por otro nos están alertando de una situación que excede la pura domesticidad, encarnada en el momento anticipatorio de una comida asada a la parrilla. El contrapunto que se suscita entre ambas dimensiones da origen a estas escenas que remiten a situaciones familiares, pero a su vez agrega un plus de contenidos simbólicos que direccionan la composición hacia interrogantes políticos. Estas operatorias se potencian con la visión monocroma de blanco, negro y grises, una escala que le imprime a las imágenes una atmósfera inquietante, magnética y sugestiva.
Las prácticas fotográficas de Norberto Puzzolo dentro de las temáticas ligadas a la memoria prosiguieron en el tiempo. Prueba de ello es la magnífica instalación que puede observarse en el Museo de la Memoria de la ciudad de Rosario, titulada Evidencias de 2010 y dedicada a los nietos recuperados de las Abuelas de Plaza de Mayo. Según nos relata Rubén Chababo (2013) el artista consultó los archivos de niños buscados por las Abuelas y fue reuniendo información a partir de las fotos de nietos encontrados que le fueron enviadas. Con todo ese material visual construye un gran rompecabezas con las imágenes de quiénes han sido recuperados hasta la fecha de inauguración de la obra. Con el tiempo, al hallarse a un joven cuyos padres han sido desaparecidos por el ejército de la dictadura del setenta, se coloca una nueva fotografía y la instalación se va completando. Enfrente, una gigantografía de un parque con césped verde muestra a un grupo de jóvenes que están jugando, caminando e interactuando entre sí, una escena que recompone un momento de bienestar perdido y destruido por el accionar militar.
Reflexiones finales.
Las expresiones visuales que se generan en un contexto de censura y opresión (en este caso, la coincidencia de una dictadura militar y una guerra) nos plantean juegos simbólicos de cierta ambigüedad, lo cual tiende a complejizar la percepción simple y rápida. Por el contrario, abren un conjunto de significaciones que se tensionan entre un presente inmediato, un pasado reciente y un futuro incierto. En el caso analizado, las imágenes que identificamos en los archivos fotográficos de Norberto Puzzolo logran reunir dimensiones estéticas y políticas a través de capturas que aluden a la inmediatez (con datos de la cotidianeidad más cercana) y que revelan un planteo metódico, razonado y pensado en torno a una realidad conflictiva como lo fue el episodio de las islas Malvinas. De esta manera acontece un doble funcionamiento del archivo, el cual incluye la recopilación de las noticias de la época en las tapas de diarios y revistas y su manejo tendencioso, y la conformación del reservorio artístico en tanto conjunto inédito de negativos que aún no han sido materializado en otros soportes visuales, y que a su vez completan la labor fotoperiodística añadiendo una capacidad reflexiva.
Diarios con noticias, achuras crudas a punto de asar, envoltorios, plegados, fragmentos gráficos. Todo este conjunto de estímulos visuales se va desplegando en una serie que se enlaza con un momento crucial de la política argentina y que nos dejaría numerosos interrogantes acerca del poder militar, de la guerra, la masacre infundada y de una juventud que quedaría arrasada por una guerra arbitraria. La serie de Norberto Puzzolo nos propone un puente simbólico entre el recuerdo de un período álgido de la historia nacional, la práctica fotográfica, la memoria y el uso de los archivos en la cultura contemporánea, de modo tal que se produce un entrecruzamiento proteico entre la visualidad y la mirada crítica.
Bibliografía:
Alonso, Rodrigo (2013) “Compromiso y experimentación en la obra temprana de Norberto Puzzolo”. En Longoni, Ana, et al. Norberto Puzzolo. Rosario: Ediciones Castagnino/Macro, pp. 131-167.
Chababo (2013) “Norberto Puzzolo: antes y después del naufragio”. En Op. Cit, pp. 111-128.
Giunta, Andrea (2010) Objetos mutantes. Sobre arte contemporáneo. Santiago de Chile: Palinodia.
Guasch, Anna Maria (2010) Arte y Archivo, 1920-2010. Genealogías, tipologías y discontinuidades. Madrid: Akal.
Guber, Rosana (2009) De chicos a veteranos. Nación y memorias de la guerra de Malvinas. Buenos Aires: Ediciones al Margen/IDES/La otra ventana.
“Guerra de Malvinas: 74 días en 30 tapas de diarios”. Consultado el 14 de enero de 2021. Disponible en <https://elobjetivo.com.ar/contenido/4872/guerra-de-malvinas-74-dias-en-30-tapas-de-diarios>
Lucero, María Elena (2013) “Guiños geométricos y paisajes minimalistas: preludios de una síntesis visual”. En Op. Cit, pp. 61-109.
Mereweter, Charles (edited by) (2006) The Archive. Documents of Contemporary Art. Cambridge: MIT Press/Whitechapel Gallery.
Ministerio de Defensa (2012) Informe Malvinas. Consultado el 10 de enero de 2021. Disponible en <https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_malvinas.pdf>
Santarsiero, Yanina (2007) Los medios de comunicación y la guerra de Malvinas. Tesis de Maestría, Universidad Abierta Latinoamericana, Buenos Aires. Disponible en < http://imgbiblio.vaneduc.edu.ar/fulltext/files/TC071061.pdf>
Segade, Lara (2016) Relatos de Malvinas en la cultura argentina (1982-2012). Buenos Aires: CLACSO.
Soulages, François (2010) Estética de la fotografía. Buenos Aires: La marca editora.
MARÍA ELENA LUCERO. Doctora en Humanidades y Artes, Mención en Bellas Artes y Posdoctora por la Universidad Nacional de Rosario. Profesora Titular del Seminario de Arte Latinoamericano y de Problemática del Arte Latinoamericano del Siglo XX (UNR). Profesora Visitante de la Universidade Federal da Integraçâo Latino Americana, Brasil, de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia y de la Universidad de Concepción, Chile. Directora del Centro de Estudios Visuales Latinoamericanos (IECH, UNR-CONICET). Directora del Doctorado en Arte y Cultura Visual (UNR). Autora y editora de publicaciones especializadas sobre cultura visual, arte contemporáneo y feminismo.