FILOCTETES: AURA, ARCHIVO Y PODER DE EXCEPCIÓN
La primera imagen que vino a mi mente en la reciente visita que hice al CCK, a la exposición “Archivo Filoctetes: Documentos de una intervención”, fue la representación de “Un artista del Hambre” de Franz Kafka. Recordé que para escribir ese relato, el escritor checo se había basado en la leyenda de los artistas circenses, la mayor parte fraudulentos, que desde fines del siglo XVII hasta fines del XIX se exhibían en los espectáculos callejeros de fenómenos o freak shows como “esqueletos vivientes” o ayunadores. La atracción consistía en ver cuánto tiempo podían resistir los artistas un ayuno absoluto, en la observación de los efectos de la caquexia en los cuerpos y en los récords que batían (los mismos estragos en los cuerpos, buscaron estudiar los Nazis dentro de los campos de concentración del siglo XX). Es decir, Kafka al escribir aquella historia no estaba más que creando el registro escrito (o documentando) de un acontecimiento pasado cuya proyección en el siglo XX avizoraba en lo concentracionario; del mismo modo que el “Archivo Filoctetes” documenta la experiencia ocurrida veinte años atrás, como farsa de los cuerpos de las marionetas que interpelaban a los transeúntes ciudadanos; en una confrontación con lo humano o inhumano. La apatía moral ante la miseria y la muerte en la vida cotidiana es el lugar del muñeco y del artista del hambre muerto de inanición o devenido animal (el personaje de Sófocles recuerda en algún punto al “musulman” del que habla Primo Levi en su Trilogía).