UN FINAL, TODOS LOS FINALES. Una conversación sobre RÉQUIEM, la última cinta del Grupo Krapp
“Creíamos en algo más allá del tiempo. Donde no se guardaba, cuidaba o archivaba ese pasado, ni tampoco se lo traía al presente, sino las dos cosas a la vez. O sea: la premisa fue no trabajar con la imagen de Luis Biasotto del pasado hacia el presente, sino ser con él otra vez. Casi destruyendo la idea de tiempo. Capaz la idea de archivo en Réquiem fue plantarse en un tiempo que sin duda no era el presente, ni el pasado, quizás el futuro.”
Luciana Acuña y Alejo Moguillansky se cuestionan sobre el proceso de creación de Réquiem, hecha a partir de un hecho tan trágico e inexplicable que le dio un extraño sentido a todo: la intempestiva muerte de Luis Biasotto, uno de los directores y fundadores de Krapp. La obra tuvo la forma de un concierto. Apenas eso: poner en escena una canción detrás de la otra, interpretadas bailadas y gritadas por ellos mismos. Una manera de destruir sus propias obras en una nueva antología que le dé a todos esos objetos un carácter de obra única. Acaso un legado. Acaso una nueva forma, la última, de estar juntos.