En diciembre de 2021 se cumplieron 20 años del estallido social de 2001 en Argentina. Proyecto Filoctetes, la intervención urbana creada por el artista interdisciplinar Emilio García Wehbi que tomó “por asalto” las calles de la ciudad de Buenos Aires durante 8 horas el día 15 de noviembre de 2002, fue una respuesta estética al experimento neoliberal devastador que se puso en marcha durante el menemismo y que culminó con la crisis política, económica, social e institucional más dramática de la historia reciente de nuestro país.

Proyecto Filoctetes interpeló y conmocionó al tejido social desde una perspectiva artística, y visibilizó aquello que parecía haber sido naturalizado y asimilado por los transeúntes de la ciudad: los cuerpos de los caídos que el sistema había dejado esparcidos por el paisaje urbano.

Próxima a las prácticas del situacionismo, la acción de García Wehbi -que también se llevó a cabo en las ciudades de Viena, Berlín y Cracovia- se inscribe en la tradición de los trabajos que profundizan en la reflexión crítica de la sociedad contemporánea. Pero como ha dejado expresado el artista en los fundamentos de su proyecto, la intención nunca fue la de realizar un estudio del comportamiento social. Proyecto Filoctetes fue, ante todo, una irrupción estética en la que lo artístico, lo poético, se mimetizó con la realidad para tomar de sorpresa aquello que precisamente estaba siendo intervenido: el espacio público.

La idea que impulsa la creación del Archivo Filoctetes no es sólo la de preservar la memoria de una obra de arte de duración temporal o arte efímero, sino también la de construir una plataforma para la producción de pensamiento crítico y para el estudio de ciertas prácticas en el campo del arte contemporáneo a partir de una obra realizada en otros tiempos y en otros contextos, pero desde las preguntas del presente.

La potencia del proyecto que realizó el artista entre los años 2002 y 2007 se puede ver activada y reforzada por las acciones de este archivo.

Siendo su acervo un compendio de materiales heterodoxos -fotografías, videos y audios, notas periodísticas, entrevistas, trabajos académicos, ensayos críticos y testimonios de quienes participaron de la experiencia- la intención es la de crear un tejido documental para trazar relaciones entre los documentos que registran la acción y los que puedan reflexionar sobre ella.

Pensamos Archivo Filoctetes como un dispositivo que pueda activar experiencias sensibles en el presente con el mismo tenor de densidad crítica que generó la obra originariamente. A eso se refiere la filósofa y crítica cultural Suely Rolnik cuando habla de la “dimensión poética del archivo”.
Es por ello que nuestro trabajo no se concentrará sólo en la digitalización, preservación y conservación técnica de sus documentos, sino también en la creación de una variedad de activaciones para la visibilización y democratización de su acervo.

“UN ARCHIVO ES” fue el lema que lanzó el Consejo Internacional de Archivos en Junio de 2020 para celebrar la Semana Internacional de los Archivos y para invitarnos a reflexionar en torno a preguntas como “¿Qué es un archivo? ¿Qué significa para las comunidades de la gestión documental? ¿Qué significa para nuestros usuarios? ¿Cómo podemos empoderar las sociedades del conocimiento en el siglo XXI?”.

Archivo Filoctetes es un corpus de materiales diversos, cuyas múltiples capas de sentido nos permiten reconstruir la memoria de una obra de arte efímero. El acceso libre e irrestricto a su acervo es una forma de contribución a la democratización del conocimiento.

MARICEL ALVAREZ →
Curadora Archivo Filoctetes

Podríamos decir que la tantas veces citada frase de Marx de El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, que a su vez cita y corrige a Hegel, en la que expresa que “la historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como una miserable farsa” a veces no es tan precisa o adecuada.

Comencé a pensar y diseñar Proyecto Filoctetes en medio de la crisis socioeconómica de diciembre de 2001 como una aproximación artística a una problemática que nos atravesaba: la evidencia de la pobreza y la exclusión social manifestada en los habitantes de calle que sobrevivían indignamente en el paisaje urbano de la ciudad de Buenos Aires. En ese momento pensé que la nación había alcanzado el nivel más alto de pobreza y desigualdad posible.

Hoy, a veinte años de aquel momento y de la creación de dicha experiencia artística, el índice de pobreza de nuestra sociedad es mayor aún. En nuestro país la repetición de los hechos no es una farsa, sino una tragedia recurrente. Así, la cita teórica de Marx choca contra la realidad de la historia.

Filoctetes, el del pie podrido, se transforma súbitamente en un desclasado de la sociedad griega, y como su hediondez lo hace insoportable es desterrado a la isla de Lemnos. Este mítico personaje sirve de metáfora para pensar desde el arte la vida marginal en las grandes urbes.

Las ciudades contemporáneas son nuevas Lemnos donde se hacinan miles de desclasados e inmi- grantes, especies de Filoctetes que con sus pies podridos y apestosos afean el paisaje.

A grandes rasgos existen dos tipos de sujetos en las calles de nuestras ciudades: los transeúntes, que las recorren y atraviesan, haciendo uso de aquellos servicios y beneficios que la ciudad les proporciona; y los que las habitan realmente: los habitantes de calle, mendigos e indigentes, que han sido expulsados a ellas.

Como artista, la idea era elaborar un proyecto estético que me permitiese interrogar poéticamente el vínculo entre ambos grupos, explorando más allá de la obvia indiferencia de los primeros hacia los segundos para indagar en las reacciones y consideraciones de los privilegiados al confrontarlos de manera hiperrealista con la muerte y la miseria como parte de la vida cotidiana.

A tal fin, 25 cuerpos -hechos de látex y con vestimenta- fueron ubicados a un mismo tiempo en 25 lugares específicos de la ciudad dónde se realizó el proyecto (además de Buenos Aires, se intervinieron las ciudades de Viena, Berlín y Cracovia). Los cuerpos se ubicaron durante la madrugada de tal forma de ser descubiertos por una audiencia no advertida a partir del comienzo de la jornada laboral en diferentes posiciones: postrados en la calle, durmiendo en la entrada de un museo, sentados, arrodillados, simulando un accidente, etc. Cada cuerpo fue supervisado por un grupo de entre dos y tres artistas que participaron de la experiencia con el fin de documentar las reacciones de los transeúntes. Los días previos a la intervención los artistas involucrados realizaron un seminario en donde se reflexionó acerca de la relación entre los campos del arte y la realidad, y luego de la misma, en los días posteriores, otro con el fin de analizar el material recopilado y prepararlo para una exhibición pública.

El proyecto buscaba indagar en cierto tipo de normalidad sospechosa imperante en las ciudades de fines del siglo XX y comienzos del XXI, ante el surgimiento de un nuevo paisaje social en el que se expone y al mismo tiempo se oculta el cuerpo de los que han quedado al margen del sistema, producto de las grandes inmigraciones, hambrunas, guerras y epidemias.

La intervención transformaba a la ciudad en un inmenso espacio escénico, cuando los 25 muñecos hiperrealistas irrumpían en diferentes puntos de la misma. Los cuerpos inertes de los muñecos confluían así en el escenario de lo real-social-cotidiano y a la vez, de lo poético-ficcional.

A veinte años de la primera edición del Proyecto Filoctetes, la creación de un archivo es una forma auspiciosa de poner una vez más la experiencia en movimiento, no sólo en términos documentales sino también como una manera de reactivar la reflexión acerca de las prácticas artísticas en relación a su entorno, ya que somos sujetos del presente, y nuestra responsabilidad ciudadana debería exigirnos estar comprometidos con él de modo tal que la historia no vuelva a repetirse una vez más ni como tragedia ni como farsa.

EMILIO GARCÍA WEHBI →
Buenos Aires, Noviembre 2020